Desde ese entonces, el Ave Fénix no conocería jamás la muerte; cada 500 años, cuando ello está por suceder, el ave desata toda su potencia interior: se envuelve en llamas, y de sus cenizas, vuelve a nacer.
Desde ese entonces, el Ave Fénix no conocería jamás la muerte; cada 500 años, cuando ello está por suceder, el ave desata toda su potencia interior: se envuelve en llamas, y de sus cenizas, vuelve a nacer.